Se agradece su corta carta, pero la difícil elección de platos si se conoce el restaurante. Todo es extraordinario, desde sus distintas variedades de ensaladas, fideuá, pasta con langostinos, bacalao, chuletones . . . , rodeado de paredes de piedra y trato extraordinario. Agradable pasear por sus alrededores, tiene una terraza con pocas mesas. Atención cierra sábados y domingos, y es imprescindible reservar.