Restaurante bien ubicado en el Born, decoración agradable y ambiente tranquilo. Cocina original con toques asiáticos.
Empezamos tomando una tempura de flores de calabaza que tenían fuera de carta y que estaban crujientitas y bien sabrosas.
El rollo de atún en papel de arroz también estaba muy rico y original y el Pad Thai que siguio estaba en su punto. Terminamos con un brownie de chocolate que estaba correcto y acompañamos la cena con un Cigonyes fresquito muy agradable.
Era viernes, llegamos sin reserva y encontramos sitio frente a la barra, el resto estaba reservado. El local se fue llenando y se respiraba buen ambiente.
Precios correctos sin más, no hicimos grandes alardes y salimos a 30 euros cabeza. Servicio atento, pelin distante, podrían aplicarse algo del nombre.
Volveremos.