Parece un bar de toda la vida y efectivamente es lo que es.
Local estrecho con poca fachada, barra larga y comedor al fondo. Las mesas pequeñas y apretadas enfrentadas a la barra en donde se pueden disfrutar de buenas raciones y tapas invitan a charlar con el vecino.
Pedimos varias raciones, la mojama espectacular, así como las gambas rojas, las almejas plancha muy ricas y la ensaladilla de atún contundente y sabrosa. El pan tumaca voló. El tiramisu de postre normalito.
Buenas y generosas raciones, producto de claidad y gran ambiente, servicio atento. Precio correcto, salimos a 30 € cabeza, teniendo en cuenta los 17 € de gamas que lo valían no nos resultó caro.
Un must en el Born al que volver.